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“El conocimiento no viene al hombre de fuera: es un esfuerzo del alma por adueñarse de la verdad…”

– Diálogos de Platón

Es inspirador el esfuerzo del humano por querer entender todo lo que le rodea. Me fascina cuando escucho a quien dice a veces “La magia no existe” mientras sostiene con su mano lo que en la edad media hubiera sido considerado como magia negra y por lo que le hubieran ahorcado sin remedio. Lo que antes era considerado fantástico hoy ya es de uso común, por eso no me cuesta saber que lo que hoy consideramos un milagro mañana será la forma de curar todas las enfermedades o de viajar de un lado a otro.

Sin lugar a dudas mi especie, la humana, no es una de la que te puedes sentir orgulloso de buenas a primeras. Somos ruines, destruimos todo lo que nos encontramos a nuestro paso para construir algo que muy pocas veces es mejor que lo que ya estaba. Sin embargo, cuando se trata de conocer, de saber, de explicar, no existe otra especie que lo haga como nosotros, por lo menos no conozco a ninguna que siquiera se nos acerque. Vamos de suposición en suposición, de teoría en teoría, hasta que logramos encontrar la verdad que muchas veces no se parece nada a lo que habíamos pensado mas siempre nos devela un poco más del infinito universo que nos rodea.

Yo creo que el conocimiento viene de una sustancia interna que secreta en nosotros el pasado cuando nos acordamos de todo aquello que nunca hemos vivido ¿Lo notas? ¿Has notado cómo a veces ya conoces cosas que tu creías no conocer?

Creo que el conocimiento es una sustancia que tiene volumen, peso y formas bien definidas; creo fervientemente que el conocimiento puede ser enfrascado y compartido quizás hasta en bebidas o píldoras. Su origen es sin duda el deseo de obtenerlo y el deseo está ubicado en el centro de nuestro corazón (El mismo que está conectado por una cadena de mariposas al estómago). Tiene su punto de creación en el anhelo de su propia existencia y cuando surge tiene esta característica de contagiarse entre todas las mentes que le es posible.

El conocedor no es sabio, aunque creo que el sabio sin duda conoce más que el promedio de las personas. 

“Es un esfuerzo del alma por adueñarse de la verdad” Dice Sócrates en los diálogos de Platón. Me parece interesante cómo podríamos hasta dibujar estas intensas ganas que existen en nosotros por conocer tanto como nos es posible y para este último argumento es indispensable entender que las posibilidades para todos son distintas. No todos queremos tanto y tanto es para todos diferente.

Me gusta creer que para que el conocimiento exista necesita ser invocado, porque esta idea me permite imaginar que es como algo vivo que decide aparecerse solamente a quien se atreve a llamar a su puerta ¡Y que valiente aquel que llama desde su ignorancia al conocimiento! No tiene ni idea del infierno que está a punto de revelarse ante sus ojos y de la incertidumbre que comenzará a sentir tan pronto lo posea; ignora que cuanto más conocimiento adquiera, más su alma tendrá hambre de comer verdad tras verdad.