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“Yo soy más sabio que este hombre, puede muy bien suceder que ni él ni yo sepamos nada de lo que es bello y de lo que es bueno, pero hay esta diferencia, que él cree saberlo aunque no sepa nada y yo, no sabiendo nada, creo no saber. Me parece, pues, que en esto yo, aunque poco más, era más sabio, porque no creía saber lo que no sabía”.

– Diálogos de Platón

Es importante saber y estar seguro de lo que se cree que se sabe y más importante no decir todo aquello que se sepa; no hay humano más peligroso que el que se cree poseedor de altos entendimientos y a todas luces es su propia ignorancia bien vestida la que le nubla el juicio y de la que se llena su boca. Hoy la humanidad debe de tener cuidado de  aquellos que con voz firme transmiten mensajes e informaciones fundamentadas en vacíos. La mente no debe dejar de recibir buen alimento, nutritivo y que le permita crecer fuerte y saludable.

Nuestras consideraciones sobre la sabiduría ajena y personal deberían de ser introspectivas y silenciosas; siempre he creído que llamarte sabio te hace un poco más “pendejo” cada vez que lo mencionas y es que ¿Cómo juzgarte sabio, cómo estar seguro de esa observación tan pretenciosa? Considero que la sabiduría se nota, no es necesario comentar que se posee. Además creo que lo que puede ser juzgado como sabiduría para otros puede ser algo mucho más pequeño, quizás hasta torpe.

A veces miro con singular alegría la enorme sabiduría contenida en la preciosa ignorancia; yo no sé por qué todos quieren ser “sabiondos” cuando la ignorancia es tan cómoda, tan amplia, tan fantástica. Cualquiera que sea considerado sabio deberá sin duda sentirse cada vez más ignorante del todo que le rodea; ser sabio no significa saberlo todo, sino comprender lo mucho que se ignora. Es por eso que el imbécil que supone saberlo todo jamás podrá alcanzar semejante iluminación del alma y mucho menos aquel que se jacta de no saber nada solamente para ganarse el título de sabio.

Leer, escuchar, verdaderamente entender y comenzar a construir sabiduría es un trabajo que se debe de ejecutar diario para quien anhela esa sabiduría y probablemente pase toda su vida sin terminar de saberse o no sabio. Parte fundamental de ser sabio para algunos es indudablemente que a nivel personal esto nunca se reconoce, aquel que persigue la sabiduría ha sin duda emprendido un infinito camino sin un destino claro y muchas veces tortuoso.

Paciencia, valentía, honor, sapiencia, desapego, disciplina, constancia, entre otras características que componen la descripción de un sabio no son cosas a las que el humano recurre de forma natural. No es natural ser sabio y es por ello que cuesta tanto trabajo poder acercarse a la adjudicación del adjetivo de forma individual.

Creo en la constante búsqueda de la sabiduría, creo que es valiente aquel que a diario se levanta a buscar esa luz entre el penumbroso estado de nuestra actual humanidad. Me gusta que se le note al que lo hace así, me gusta encontrarme con gente que realmente sabe lo que dice, no dice todo lo que sabe y que aprecia el silencio como la ventana para instrospeccionarse, contemplar todo lo que le rodea y poder pensar para sí mismo “Carajo, eso si que no lo sabía” Siempre es medicinal encontrarte a alguien con estas nobles características, deseo que a lo menos una vez tengan el gusto de encontrarlo.