Seleccionar página

Me gusta cuando la vida te da ganas de escribir; cuando te acaricia y te seduce con esos acontecimientos espontáneos que guarda a veces de forma egoísta. Me gusta cuando la vida te sonríe, como si te invitara de pronto a pensar que no es necesario ir tan rápido, que puedes disfrutar de ese momento que te está regalando.

La vida por sí misma no es justa, tampoco es injusta. Lo que pasa es que los humanos tenemos esta fascinación por juzgar todo de acuerdo a nuestros pensamientos. La vida está siempre ahí, así como es, con sus cosas que te pueden dar miedo y con aquellas otras que hasta podrían enamorarte súbitamente.

No tiene mucha sincronía con el tiempo, a la vida le gusta mucho existir muy a su manera. Huye intempestivamente de la muerte, no le apetece cuando se encuentran de frente. Trata de ignorarla cuanto puede; nunca han sido tan compatibles y sin embargo ambas dependen la una de la otra para poder existir.

Cuando la vida te regala estas ganas de escribir, te da también el espacio perfecto, el haz de luz de inspiración indicado. Es verdad que la inspiración llega más a menudo a quienes trabajan, bien se sabe que la inspiración pertenece al hombre y la mujer constante. Mas también existen estos atisbos de inspiración que se le escapan a la vida o te los estrella irremediablemente en la cara, como un regalo o una invitación a que te entregues un poco a las letras.

Conozco quien está convencido de que las ganas de escribir van acompañadas siempre de alguna tragedia, de un sopor, de un lamento o hasta un desgraciado desamor. Yo ya no lo creo así; yo creo que es absolutamente posible hacerse a la mar de las más inimaginables imaginaciones y fantásticas creaciones en un estado de ánimo óptimo. Creo que cada uno de estos mundos produce distintos tipos de creación literaria, yo prefiero ahora las del tipo que me dejan sentir que me quiero un poco más cada día a pesar de las bolsas de los ojos que cada vez se me van notando más. 

No siempre se tiene ganas de escribir, no es atípica su ausencia. Por muy escritor que seas; las muy pillas se escabullen y se esconden a veces hasta cuando te alcanza la muerte. Yo sé de quien ya jamás las volvió a encontrar. Por eso cuando la vida me regala estas ganas de plasmar sobre lo que sea todo eso primero que salga de mi ronca mente ¡Cuánto lo agradezco!

Me gusta mucho cuando la vida me da ganas de escribir, ganas de poder surcar los mares del todo lo que tengo listo para ser disparado a discreción contra las hojas, me gusta que me de ganas de por lo menos salpicar este trozo de papel virtual, con esto que no tiene ni pies ni cabeza, ni forma y que tampoco es deforme del todo. Es lindo, está contento, contento porque significan estas ganas, estas desgarradoras ganas que me regala la vida de poder escribir todo esto.